La fuente de todos nuestros males

Cuando el futuro secretario de Seguridad Ciudadana en el estado, Francisco Sánchez González anticipó que la política de combate a la creciente delincuencia estaría centrada en el delito del robo de combustible de los ductos de Petróleos Mexicanos que cruzan por el territorio, deberemos estar atentos todos.

No es una metáfora ni ejercicio retórico, sino la realidad desnuda de una práctica criminal que produce cienos de millones de pesos, involucra a familias enteras y hasta autoridades municipales produce, como es el caso de la hija de Antonio Martínez Fuentes “El Toñín”, una especie de benefactor de Palmarito, en el municipio de Quecholac, base social del sujeto sometido a diversas indagatorias.

En efecto, Guadalupe Martínez, hija El Toñín fue postulada a la presidencia municipal por el impresentable Pacto Social de Integración que hasta hace unos meses lideró Carlos Navarro Corro, un político de la vieja guardia que falleció hace algunos meses, para que luego fuera Nadia Navarro, ex senadora de la República quien heredara el liderazgo de esa franquicia.

La ex senadora Navarro es una mujer que estuvo en el círculo cercano de la ex candidata presidencial derrotada por la alianza PAN-PRI-PRD, Xóchitl Gálvez Ruiz quien junto con un grupo vociferante acusó en campaña a la presidenta Claudia Sheinbaum de ser una “narco candidata”.

Las ligas de poder y asociación delictiva desde ese pequeño municipio en el que gobierno la hija de un probable delincuente hasta los altos niveles de política en el país es una extraordinaria radiografía de los ramales de esa lucrativa actividad delictiva en México y especialmente en Puebla.

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En el territorio es bastante conocido el nivel de penetración que los líderes del huachicol alcanzaron en el sexenio del panista Rafael Moreno Valle entre 2011 y 2017. Bajo la lógica de que en la esfera pública y política nada es resultado la coincidencia, fue con esa administración con la que Puebla se ubicó en el mapa delictivo.

Los mandos policiacos de ese momento como el subalterno de Genaro García Luna, el ex secretario de Seguridad Pública con Felipe Calderón en el sexenio de 2006 a 2012, Facundo Rosas Rosas, bajo la sospecha permanente de haber sido un jefe de la policía poblana omiso o cómplice de grupos delictivos es una historia bastante documentada.

Fue hasta que terminó el sexenio del panista poblano que quiso ser candidato presidencial cuando comenzaron a darse los golpes mas duros a los grupos delictivo dedicados al robo de gasolina, diésel y gas, lo que produjo un conjunto de reacciones de parte de los criminales.

Arrinconados por elementos de la Marina Armada de México, debieron diversificar su catálogo de actividades criminales. Del huachicol fueron al secuestro, la extorsión, el sicariato y, sobre todo, el robo de transporte de carga que también coloca al estado de Puebla en un lugar preponderante.

El responsable de la seguridad en Puebla deberá tener claro que arremeter de manera frontal contra esas bandas podría traer secuelas que todos deberemos lamentar. El perímetro en el que operan está claramente identificado, sus ligas de poder y la influencia en medios de comunicación que se han prestado a ser voceros son bastante evidentes.

Patear el panal traería como consecuencia efectos adversos inenarrables. Por el bien de todos, que el secretario Sánchez González tenga la inteligencia suficiente y templanza para ofrecer los resultados que todos esperan.