El primero de mayo marcará el último tramo para conocer el desarrollo y conclusión de un periodo electoral complejo, confuso e inédito en la historia política en México con la elección de 2 mil 652 cargos en el Poder Judicial en el país.
Serán los últimos días de una campaña inusitada, con escasez de recursos para la promoción de quienes se encuentran en la búsqueda de la aprobación para participar en las urnas dispuestas por el Instituto Nacional Electoral.
El árbitro de la justa electoral ha tenido que sortear retos de una elección para la cual se ha tenido que echar mano de recursos logísticos audaces e inéditos dada la complejidad misma de la elección de la que deberán resultar nueve personas para ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; dos magistraturas en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; 15 posiciones mas en salas regionales del máximo circuito electoral; 464 magistraturas de circuito; 386 juzgadores de circuito; y cinco magistraturas del recién creado Tribunal de Justicia de Disciplina Judicial.
Cada uno de esos cargos en disputa se deberá multiplicar por tres, dado que cada uno de los poderes -Ejecutivo, Legislativo, Judicial- postuló los perfiles que a su juicio consideró, reunieron los requisitos para ocupar esas responsabilidad para “limpiar” el aparato de impartición de justicia en el país.
El desafío para el Instituto Nacional Electoral en términos de logística para contabilizar los votos que se recibirán el 1 de junio, día de la jornada, ha requerido de tomar decisiones fuera de toda lógica en una elección ordinaria, como las que hemos conocido en menor o mayor grado.
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Aún y que se considera una elección en la que el fantasma de la abstención es la constante con porcentajes que van del 70 al 85 por ciento, los simulacros que se han hecho arrojan jornadas de escrutinio en las mesas receptoras de hasta siete y nueve horas ininterrumpidas.
Para tener un parámetro y ubicar en su justa dimensión el periodo excesivo de tiempo habrá que decir que en comicios regulares los funcionarios de casilla pueden desarrollar el cotejo de los votos en las boletas electorales hasta 90 minutos, no mas de hora y media.
Uno a uno los retos de la jornada que entra en el último tramo han sido resueltos en el INE, incluyendo la sospecha de la existencia de un boicot por parte del propio Consejo General para propiciar un eventual fracaso político de la 4T frente a la base electoral que le es aún fiel.
Lo que pareciera el último de los retos para el desarrollo de los comicios en los que juegan las personas inscritas ha sido resuelto con una decisión que sólo aplica en condiciones extremas en una elección regular: los votos serán contabilizados en los consejos distritales.
Falta aún por aplicar método y cálculo que permita advertir el porcentaje de participación a través de las estructuras que el aparato moverá el día de la elección para evitar un descalabro político, pero esa página se escribirá el día mismo de la jornada, para la que sólo falta un mes.