Cuando este miércoles suba el dictamen para la reforma al Poder Judicial al pleno del Senado de la República, la oposición se preguntará aún si el integrante de la Cámara Alta que desde la trinchera contraria al oficialismo será quien valide con su voto la reforma: Miguel Ángel Yunes Márquez, hijo del político de línea dura del mismo nombre que en Veracruz edificó un sólido cacicazgo.
Subrayar esa línea parental entre hijo y padre es esencial para desmontar la nueva campaña que desde los sectores conservadores desataron en las últimas horas en contra de Andrés Manuel López Obrador, el tabasqueño que en 20 días entregará el poder a su sucesora, Claudia Sheinbaum Pardo, en un continuismo que no se había visto en la historia política desde el México postrevolucionario.
Acusan desde distintas plataformas a los López (Obrador y López Beltrán) de pretender una monarquía para adueñarse del país y de su futuro. No sorprende en un segmento de la sociedad mexicana el uso frívolo de términos que están lejos de entender por una bochornosa ignorancia, como el “golpe de Estado” al que han llamado tras la derrota escandalosa electoral luego del 2 de junio.
Como figura de poder, la monarquía que desde la época de Fernando Maximiliano de Habsburgo y Carlota en 1867 fue echada de tierras mexicanas, no la han conocido mas que en la revista Hola de España que tan bien retrata la vida y despropósitos de las rancias familias de sangre azul en el viejo continente.
El presidente de México anunció la mañanera de lunes que en efecto, Andrés López Beltrán su vástago buscará estar en la fórmula que encabezará Luis María Alcalde para liderar a Morena, para lo que ya se emplazó a consejo nacional extraordinario en dos semanas mas, unos cinco días previos a la transmisión de poderes en la Presidencia.
Solo el afán de desquite y revancha explican la metralla en contra de uno de los muchos integrantes de la clase política en México que verá incursionar en tareas partidistas a uno de los suyos, como si en el pasado no se hubieran visto estampas parecidas a la de los López Obrador-López Beltrán.
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La de los Yunes en Veracruz es quizá el que mas llama la atención porque el jerarca de la familia, fugaz gobernador alentó a dos de sus hijos: Miguel Ángel, el senador y Fernando, ex presidente municipal de Boca del Río, pero no es el único caso y nadie nunca habló de sucesiones monárquicas ni nepotismo.
Ahí mismo en Veracruz, Fidel Herrera Borunda, hijo del ex gobernador del PRI, Fidel Herrera Beltrán hace política en el Partido Verde y en Oaxaca los Murat se pintan solos: José fue gobernador entre 1998 y 2004 y luego Alejandro, de 2016 a 2022.
Tabasqueños como el del ex gobernador Andrés Granier dio rienda suelta en las decisiones públicas a su hijo, Fabián Granier a grado que la picaresca tabasqueña que es mordaz lo llamaba el “papayo” porque en las reuniones de gabinete para publicar licitaciones públicas el hijo del gobernador levantaba la mano para decir siempre: ¡papá, yo!
En Tlaxcala los ex gobernadores del PRD y del PRI, Alfonso Sánchez Anaya y Mariano González Zarur tienen en Alfonso Sánchez García y Mariano González Aguirre en posiciones de poder en cada uno de esos dos partidos políticos y salvo contadas excepciones, no hubo una voz de peso que alertara del riesgo de una sucesión indigna.
El caso que mas ilustra en Puebla es el de los Morales: Melquiades Morales Flores gobernador en el sexenio de 1999 a 2005 y Fernando Morales Martínez, ambos de cuna priista, aunque el segundo es en la actualidad dirigente del Movimiento Ciudadano, desde donde ha construido una sólida carrera política.
La visión corta, convenenciera y oportunista es lo que permite ver con mayor fidelidad a quienes desde la oposición vuelven a la carga. Es una pena: tenemos la clase política que merecemos.