Asteroid City: La inexplicable sensación de vivir

A veces lo importante no es entender la historia, sino el seguir contándola”.

El aclamado director Wes Anderson vuelve a la pantalla grande con su onceavo largometraje titulado Asteroid City, siguiendo con su misma metodología, aquella que ha distinguido la carrera de Anderson por su dirección de arte, actuación, fotografía, así como su paleta de colores y vestuario.

Ahora con Asteroid City nos trae una meta-historia, donde seguimos la creación de una obra de teatro homónima, desde la concepción del dramaturgo, el montaje del director, la elaboración de escenas o personajes con los actores y la obra de teatro misma, pero el cineasta evita contarlo de forma lineal, eligiendo un método más “Tarantinesco” haciendo saltos temporales en la historia.

Este ejercicio del director puede confundir a más de uno, pero logra crear una consistencia efectiva para el propósito narrativo. La cinta además exige la atención del espectador para hilar las múltiples historias que se van desarrollando, pues al igual que su última cinta, French Dispatch, Anderson introduce tantos personajes como son posibles, dándole a cada uno un peso específico para la trama.

Lo más interesante de Asteroid City, en mi opinión, es la interpretación que se le da a los sucesos que ocurren tanto dentro como fuera de la obra. Wes Anderson sigue tocando los temas que han acompañado su cine como son: la familia y sus múltiples problemas, el amor y existencialismo, pero esta vez de forma sutil deja al espectador tomar sus conclusiones, ¿Qué significa el extraterrestre? ¿Por qué el personaje de Augie puso la mano en la plancha? ¿De qué trata el ejercicio de los actores?

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Tanto estas preguntas, como otras quedan para la retrospección del espectador, cada uno puede darle un significado, pues la historia cuenta con la posibilidad de que existan múltiples respuestas. Por ende, la cinta te reta a elegir tus propias conclusiones, mismo reto que le sucede al personaje de Augie cuando deja por un momento el escenario para confrontar al director de la obra y preguntarle: ¿Por qué su personaje actúa como actúa? ¿Qué significado tiene?; a lo cual el director, interpretado por Adrien Brody, contesta: “A veces lo importante no es entender la historia, sino el seguir contándola”.

Aquella frase es la metáfora que, desde mi perspectiva, describe toda la cinta dado que alude a la vida misma, la cual muchas veces carece de sentido. No sabemos siempre por qué sentimos lo que sentimos, por qué las cosas suceden de cierta manera, por qué elegimos ciertas opciones ante otras, pero detenerse para encontrar sentido a todo es dejar que la vida pase, cuando sólo deberíamos seguir contando la historia, nuestra historia, seguir viviendo. Porque, aunque no sepamos lo que hagamos, el hacerlo ya es un acto hermoso, las respuestas pueden llegar o no, pueden ser de cierta forma hoy y cambiar mañana, pero la única forma de descubrirlo es avanzando cada día.

No hay una forma concreta de describir qué es vivir, al igual que no hay una forma de explicar por qué un alíen aterrizaría en medio de la nada para tomar un viejo y polvoso asteroide, pero la respuesta no está en el porqué, sino en la belleza del acto mismo.

Asteroid City es una película que muestra todo lo que Wes Anderson es como cineasta y ha llegado a perfeccionar con el paso del tiempo, logrando la maestría de su estética en cada plano, cada secuencia, pero a la vez experimentando a nivel narrativo, con nuevas formas de contar la historia. Acompañado, como ya es costumbre, de un elenco repleto de estrellas, entre ellas Scarlett Johansson, Tom Hanks Jason Schwartzman, Margot Robbie, Steve Carrell, Edward Norton, Bryan Cranston, Willem Dafoe, Tilda Swinton y más, el film es una total aventura para el espectador.